Hace años conocí a un hombre en el metro. Un hombre en el metro con una guitarra. Su voz, una guitarra y los abovedados pasillos del metro; con eso le bastaba. Unos desalmados casi le arrebatan la vida. Cuando se recuperó, siguió cantando con una guitarra, con su voz, en los mismos pasillos del metro. Hace años que no sé nada de Manuel.
Tu voz, temblor de pecho,
relámpago de garganta,
embiste con la furia de un toro herido
los oídos de un pueblo, que dejó de oír.
Ante su rugido tirita el universo
y vierte el cielo una tormenta de estrellas
que al suelo no llegan,
batidas en pleno vuelo por tu voz.
Vierte tu guitarra notas al aire,
vibran sus aceros las campanas,
ritmo y palabras se estañan en tus versos;
y cuando el racimo de tus dedos encallecidos
rima de piel las cuerdas,
un verdugo ejecuta el silencio.
Cuántas muertes quisieran
hundir guadañas en tu alma
y arrastrarla como un arado de huesos
para abonar campos de labranza;
pero los oídos rastrearían tu voz
como un fiero pueblo de presa.
Si vinieran nubes de polvo
a cegar la redondez de tu boca ,
patalearía la tierra
hasta que devolviera tu forma,
hasta que pariese tu voz…
Tu voz, temblor de pecho,
relámpago de garganta,
embiste con la furia de un toro herido
los oídos de un pueblo, que dejó de oír.
Ante su rugido tirita el universo
y vierte el cielo una tormenta de estrellas
que al suelo no llegan,
batidas en pleno vuelo por tu voz.
Vierte tu guitarra notas al aire,
vibran sus aceros las campanas,
ritmo y palabras se estañan en tus versos;
y cuando el racimo de tus dedos encallecidos
rima de piel las cuerdas,
un verdugo ejecuta el silencio.
Cuántas muertes quisieran
hundir guadañas en tu alma
y arrastrarla como un arado de huesos
para abonar campos de labranza;
pero los oídos rastrearían tu voz
como un fiero pueblo de presa.
Si vinieran nubes de polvo
a cegar la redondez de tu boca ,
patalearía la tierra
hasta que devolviera tu forma,
hasta que pariese tu voz…
No hay comentarios:
Publicar un comentario